Sunday, September 26, 2010

La agricultura en Chile y la política agraria chilena.Adolfo Matthei

Título
La agricultura en Chile y la política agraria chilena.
Autor
Adolfo Matthei
Editor
Imprenta Nascimento, 1939
N.º de páginas
291 páginas


Temática:

3. Colonización

La inmigración, en el sentido en que la hemos considerado en el capítulo anterior, constituye un aporte cuantitativo al crecimiento de la población. Para el desarrollo cualitativo de la población es preferible la  colonización con elementos seleccionados. La colonización puede hacerse a base de elementos nacionales o extranjeros. La colonización con elementos nacionales persigue un doble fin, social y económico: vincular más estrechamente a la tierra al campesino, para convertirlo en un factor de estabilidad social e intensificar, al mismo tiempo, la producción agropecuaria. En países escasamente poblados, como los sudamericanos, la colonización en vasta escala con elementos nacionales, no está llamada a significar un provecho notable para el país, pues la prosperidad que se lograse imprimir a la colonia, resultaría a costas de la decadencia de otras zonas del país, que se privarían de sus obreros, lo que traería trastornos económicos y sociales que repercutirían hondamente en la situación general del país. La colonización con elementos extranjeros, en cambio, puede llegar a constituir un verdadero injerto étnico, altamente beneficioso para el país, en caso de que los colonos fueran seleccionados cuidadosamente, pero altamente perjudicial, sí se trajera proletariado cesante de los grandes centros urbanos.

a)      Política colonizadora

La política colonizadora debe perseguir fines nacionales, sociales y económicos. Entre los fines nacionales, haremos figurar en primer término el aumento de la población campesina. El campesino no sólo constituye un elemento de orden dentro del Estado, sino que, a la vez, un elemento de renovación y de conservación de las fuerzas vitales (142) de la nación. Por esta consideración, será una de las tareas fundamentales de la acción colonizadora del Estado, la formación de miles de colonias de campesinos, repartidas por todo el territorio de la República. Dentro de este orden de ideas, debe darse preferencia al aumento sistemático de la población rural en aquellas regiones que se encuentren más debilitadas por sus condiciones demográficas y geopolíticas, como las provincias australes, escasamente pobladas, y los territorios del extremo sur, casi desvinculados del resto del país. El territorio que se habrá incorporado de esta manera a la vida nacional, quedará ligado por fuertes vínculos políticos, sociales y económicos al Estado.

Pero el Estado no debería limitarse a formar colonias con elementos nacionales, como está sucediendo en la actualidad, pues de esta manera el aumento de población en una zona resulta a expensas de la disminución de la población de otras zonas, lo que, en lugar de significar una ventaja, trae consigo serios trastornos económicos y sociales que repercuten hondamente en la situación general del país. A fin de evitar esta situación, que se manifestaría indudablemente en una acción colonizadora en vasta escala, simultáneamente con la colonización nacional se debería fomentar la inmigración y la formación de colonias con elementos extranjeros seleccionados. En esta forma no sólo se evitarían los trastornos anotados anteriormente, sino que el Estado conseguiría restablecer el equilibrio demográfico con las repúblicas vecinas y podría llegar a ser nuevamente un factor fuerte y respetado en el concierto de las naciones sudamericanas.

Entre los fines sociales que se persiguen con la colonización, debe darse especial importancia al de arraigar más fuertemente al campesino y de restringir al máximum la creciente despoblación de los campos, que ya se está haciendo sentir en forma verdaderamente alarmante- Cada campesino, cuya absorción por los grandes centros urbanos se logre evitar, radicándolo definitivamente en calidad de colono, significará un desocupado menos y, por lo tanto, un elemento de orden más.

Cabe agregar que uno de los objetivos sociales más importantes de la colonización, es la implantación del corporativismo mediante la formación sistemática de cooperativas en las colonias. En vista de la escasa difusión de la cultura campesina y la falta casi absoluta del sentimiento de solidaridad, del espíritu de asociación y de cooperación (143) en los agricultores, sería de imprescindible necesidad demostrar al agricultor chileno las ventajas del corporativismo, por medio del ejemplo de cooperativas modelos, que se establecerían en la¿ colonias formadas a base de elementos europeos, cuyo espíritu de asociación y de cooperación sería una base segura para el éxito de estas cooperativas.

Finalmente, una acción colonizadora conveniente, podría llegar a ser una de las medidas más importantes para la reconstrucción de la economía nacional, por la circunstancia de que a miles de colonos se les podría ofrecer la oportunidad de llegar a ser dueños de un predio propio, lo que no sólo vendría a incrementar la producción nacional, sino que, a la par, haría más resistentes contra cualquiera crisis pasajera a estas pequeñas explotaciones, pues éstas podrían reducir sus costos de producción con mayor facilidad que las grandes.

La acción colonizadora del Estado debería diferenciarse fundamentalmente de las actividades desarrolladas hasta la fecha por la Caja de Colonización. Es muy comprensible que este organismo, animado por el interés de alcanzar lo más pronto posible un efecto visible de sus actividades, haya propendido a subdividir terrenos ya cultivados, pues este procedimiento permite obtener, en realidad, un éxito cuantitativo en el menor tiempo posible, mientras que la colonización de los terrenos vírgenes, poco poblados e inhabilitados, ha sido pospuesta por la Caja, pues ella impone mayores riesgos y su efecto no aparece tan visiblemente, debido al ritmo más lento de su colonización.

El Estado no debería preocuparse de obtener efectos visibles, sino, ante todo, resultados eficientes en su política colonizadora. Entre estos resultados podríamos propender, en primer término, a asegurar el abastecimiento del mercado interno, especialmente en lo que se refiere al consumo de carne, que no se alcanza a satisfacer en la actualidad. A fin de lograr este objetivo, el Estado debería comenzar por la colonización sistemática de las provincias australes, que ofrecen condiciones especiales de clima y de suelos para el desarrollo de la ganadería. Sólo cuando se haya asegurado por completo el abastecimiento interno del país, tendría razón de ser la orientación de la política colonizadora hacia los productos de exportación, que se pretende fomentar en la actualidad. (144)

Cuando haya llegado el momento de abordar este problema, el Estado debería dedicarse resueltamente a realizar en las provincias centrales algo parecido a lo que se ha hecho en California, mediante una seleccionada colonización frutícola con fruticultores de California, de Italia y de España, los que servirán de maestros a los colonos nacionales. Debería tratar igualmente de implantar el cultivo de la betarraga sacarina, favoreciendo la colonización con elementos alemanes y checoeslovacos especializados en este cultivo, con el objeto de reducir la importación de este producto alimenticio. En las provincias australes, especialmente en la región de los lagos, que están predestinadas para la lechería e industrias derivadas, deberían establecerse colonias lecheras a base de ganaderos nacionales y queseros extranjeros, daneses, alemanes y holandeses, en las partes planas; suizos y austríacos, en los valles andinos. En las provincias de Chiloé y en el Territorio del Aysen deberían establecerse preferentemente colonias madereras y pesqueras a base de elementos escandinavos, que son los que más y mejor, pueden desarrollar estas industrias, que tienen un gran porvenir en esa zona. Finalmente, el Estado debería propender a una más justa distribución de los terrenos fiscales del Territorio de Magallanes, radicando el mayor número posible de pequeños estancieros nacionales, ingleses, escoceses y especialmente neozelandeses, que tengan práctica en la explotación del ganado lanar.

En esta forma, el Estado, no sólo logrará la reconstrucción de la economía nacional, casi arruinada en la actualidad, sino que la edificaría sobre bases completamente nuevas.

b)   Las actividades colonizadoras del Estado

En vista de la trascendental importancia del tema ha sido mi propósito hacer un relato cronológico de las actividades colonizadoras del Estado, haciendo resaltar solamente los hechos fundamentales de su política colonizadora y señalando los resultados obtenidos. Antes de la Independencia de Chile, sólo el gobernador don Ambrosio O´Higgins se había preocupado de la colonización: recorrió los territorios australes de Osorno y se formó un concepto cabal de lo que ellas deberían ser en el futuro. Repobló la ciudad de Osorno en 1796, y estableció ahí una colonia de irlandeses. En sus instrucciones dadas al gobernador de Osorno, en el mismo año, hizo ver que las verdaderas (145) riquezas deben buscarse en la agricultura y crianza de ganado.

El primer Presidente de Chile, Bernardo O'Higgins, también proyectó la creación de colonias agrícolas holandesas. Por desgracia, los propósitos no se realizaron (Barros Arana), debido a la tenaz resistencia de "la fronda aristocrática, que no tardó en derribarlo" (Edwards, 18). "La caída de O'Higgins se debió exclusivamente a las clases altas de nuestra sociedad" (Amunáregui Solar, 4). Los esfuerzo» de O'Higgins para establecer, cerca de Santiago, una colonia de pequeños campesinos, también fueron frustrados, pero, en cambio, nació de estos esfuerzos la ciudad de San Bernardo*

Los gobiernos que sucedieron a O'Higgins no han hecho absolutamente nada en materia de colonización, y ha sido la iniciativa particular de tres alemanes: Philíppi, Kindermann y Renous, quienes colonizaron el Fundo Bellavista, cerca de Trumao, a mediados del siglo pasado (1846), lo que impulsó al Gobierno de Chile a decidirse a colonizar las provincias australes del país. La colonización de estas provincias se llevó a cabo en varias etapas:

1ª Etapa: Valdivia y Osorno (1850-1858)

Las principales fases de la colonización de Valdivia y Osorno se caracterizan por los conceptos de varios escritores nacionales y extranjeros, que han analizado a fondo este tema, y que citaré textualmente en forma de narración cronológica.

"Antes de la colonización de estas regiones sólo existían algunos núcleos de raza española en Valdivia, Osorno y Chiloé. El resto del territorio estaba en poder de los indígenas" (Correa Vergara, 11, II, 8). "El estado de abyección en que yacían sumidas las pocas familias, casi perdidas en el aislamiento, que existían en aquellos lugares, causaba espanto" (Pérez Rosales, 70, pág. 382).

En esta región escasamente poblada y completamente aislada en aquella época, se establecieron, a mediados del siglo pasado, algunos centenares de familias alemanas, que emigraron de su patria por no haber simpatizado con los acontecimientos políticos del ano 1848. El Gobierno de Chile, con el objeto de atraerlos hacia el país, les había prometido terrenos, pero como "el Gobierno había faltado a su promesa de darles ayuda, los primeros colonos alemanes sólo han podido (146) prosperar, porque traían cierra fortuna consigo" (The government failed to give the early colonists the help that had been promised. The early Germán settlers got aiong only because they brought money with them. Jefferson, 32, pág. 19). La mayoría de ellos "disponía de regular fortuna" (Pérez Rosales, 70) y han podido adquirir terrenos por su cuenta. El mismo Pérez Rosales, que era agente oficial de colonización del Gobierno de Chile, refiere en sus "Recuerdos del Pasado" (70, pág. 331), que. los "terrenos que antes de la llegada de los alemanes yacían abandonados por incultivables, reconocieron todos dueños; y aquéllos que poco antes se compraban a bulto en cien pesos, se vendieron a los alemanes hasta en dos mil".

"Las ventajas de la inmigración alemana se empezaron a palpar desde el instante en que ella se inició" (Pérez Rosales, 70). Pocos años más tarde, el Intendente de Valdivia informó al Ministerio del Interior (en la memoria del año 1866): "Aquellos pocos individuos han bastado para producir en cortos años un notabilísimo aumento en los negocios, en las condiciones de vida y hasta una agradable mudanza en el aspecto físico de las poblaciones", de tal manera que "los resultados de la colonización alemana en el sur han despertado la admiración de todos, nacionales y extranjeros" (Correa Vergara, 11). Así, el embajador francés en Chile escribía: "Este es un pequeño rincón del paraíso", al referirse a la región colonizada por los alemanes, de la cual el. explorador inglés Fitzroy había informado antes de la colonización alemana que "cada pulgada de terreno parecía una esponja empapada de agua, inhabitable para el ser humano".

"Con su esfuerzo tesonero, su gran espíritu de trabajo, sus conocimientos agrícolas e' industriales, han sido estos colonos de origen alemán, los que han incorporado a la producción nacional esas regiones, hoy modelo de progreso, y que forman un centro no sólo fabril y agrícola, sino que cultural de primer orden". (Poblete Troncoso, 74, pág. 134).

"La influencia de ese pueblo trabajador y progresista, sus costumbres, en fin, todo el conjunto de sus mejores cualidades y disposiciones, contribuyen para el desenvolvimiento de una región que camina a grandes pasos para la industrialización" (Guillermo Bianchi).

"Las colonias formadas con elementos de origen alemán han sido reconocidas por todos los chilenos como las que mejor se han adaptado a nuestro suelo y a nuestros hábitos y costumbres". "Pero, de (147) todo, lo más maravilloso, sin duda, fué su obra civilizadora" (Correa Vergara, 11, II, págs. 16 y 18).

"La transformación de Valdivia, de antiguo presidio, en una de las ciudades más bellas y progresistas de Chile; lo que a los alemanes deben la provincia de Llanquihue, en especial Osorno y Puerto Montt, nos hace mirar como una de nuestras mayores desgracias, que la obra empezada con tanto acierto por don Manuel Montt, no hubiese tenido continuadores"  (Correa Vergara, 11, II, pág.  17).

En resumen, los colonos alemanes de Valdivia y Osorno lograron convertir una región escasamente poblada y completamente aislada en aquella época, en una de las más progresistas del país, de tal manera que esos colonos alemanes han conquistado a la inclemente naturaleza dos ricas provincias para Chile. Este éxito no se debe a la fuerza cuantitativa del elemento alemán en esas regiones, sino única y exclusivamente a su potencialidad económica, su poder cultural y su gran espíritu de trabajo.

2ª Etapa: Llanquihue (1852-1875)

Estimulado por el buen resultado de la colonización alemana en Valdivia y Osorno, el Gobierno de Manuel Montt y de su ministro Antonio Varas, uno de los estadistas más eminentes que ha tenido Chile, proyectó la colonización sistemática de la región del Lago Llanquihue con familias alemanas de recursos más modestos- Debido a la ayuda que prometió la agencia de colonización chilena en Alemania, se logró atraer, desde el año 1852 hasta el año 1858, un mayor número de familias alemanas, que fueron radicadas cerca de la aldea de Melipulli, y la nueva población recibió el nombre del Presidente que propició esta colonización (Puerro Montt). La joven colonia se extendió rápidamente hasta el Lago Llanquihue, alrededor del cual se establecieron 244 familias alemanas en total, con un total de mil personas. Más tarde, en los años 1863-64 y 1872-1875 se establecieron unas pocas familias más. Como el Gobierno de Chile quiso fomentar la pequeña propiedad en esta región, recibieron parcelas de 50 cuadras (74 hectáreas). En total, el Fisco entregó 18.500 hectáreas para la colonización de la región del Lago Llanquihue. Los colonos recibieron, además, cierta ayuda material y pequeños préstamos monetarios para el primer año. El Fisco siempre ha sido un acreedor indulgente y benévolo (148) para con los colonos. Lo único que les exigía era que trabajaran y produjeran.

Las expectativas cifradas en la colonización de Llanquihue también fueron ampliamente satisfactorias. Los colonos alemanes fundaron las progresistas ciudades de Puerto Montt, Puerto Varas, Puerto Octay, Frutillar y Llanquihue, y, mediante sus esfuerzos y sacrificios, conquistaron una nueva provincia para Chile.

3ª Etapa: La Frontera  (1882-1901)

En vista del éxito de la colonización alemana de Valdivia, Osorno y Llanquihue, el Gobierno estableció en 1859 algunas familias alemanas en terrenos fiscales, cerca de Los Ángeles (Potrero de Human). En el mismo año hubo un gran solevantamiento de indios araucanos, que amenazaban toda la región hasta Concepción y, por muchos anos, la zona comprendida entre el Biobío y el Toltén, denominada comúnmente Frontera, separaba la región central del país de las jóvenes y florecientes provincias recién colonizadas en el sur.

En 1873 se inauguró el infortunado sistema de los remates de terrenos fiscales en la Frontera, lo que favoreció la especulación desenfrenada. "Se generalizó el sistema de pagos a cuenta, de tal manera que, en 1900, se debía al Estado la suma de 5,5 millones de pesos por saldos insolutos. En 1903, el Departamento del Tesoro envió al Congreso una lista de los deudores morosos, la que fué reproducida por algunos periódicos de la capital. En esa lista figuraban los nombres de miembros de ambas cámaras y de jueces de las cortes, como deudores morosos por adquisición de terrenos fiscales. lo que demuestra que las clases privilegiadas fueron adquiriendo esos terrenos fiscales, sin cumplir con sus obligaciones legales" (Jefferson, 32, pág. 44). El Fisco hizo 20 grandes remates de terrenos fiscales en esa época.

Pero los remates de hijuelas de terrenos fiscales en esta región tampoco han contribuido a modificar la situación de incertidumbre que existía en la Frontera. A pesar de las grandes facilidades que se otorgaban (plazos de 10 años), estos remates sólo han venido a favorecer la especulación. " La actitud terca, de verdadera rebelión que observaron los indios araucanos durante el período que duró la Guerra del Pacífico, convenció al Gobierno de Chile que era necesario poner término a esta si (149)

6ª Concesiones de terrenos fiscales  (1901-1905)

Después del éxito de los primeros ensayos, la formación de una prolongada cadena de colonias agrícolas a lo largo del territorio del país estaba indicada. Pero, desde el fracaso de la colonización en Chiloé, poco se ha hecho para fomentar la colonización, a pesar de que los ensayos realizados en Valdivia y Magallanes fueron dos aciertos que han reportado enormes beneficios desde el punto de vista civilizador y económico" (Correa Vergara, 11).

Desgracíadamente, el plan de colonización que trazaron los estadistas previsores, como Bulnes, Monte y Antonio Varas, en el siglo pasado, y que, en un principio, fué realizada "con beneficio enorme para el país, quedó relegada a segundo término por los gobiernos posteriores". "Si ese plan se hubiera convertido en realidad, nuestro pueblo conservaría su vigor y la paz social no correría hoy peligro de quebrantarse" (Correa Vergara, 11, II, 353). Y, en otra parte, añade la pregunta: "¿Qué razones hubo para que en materia de colonización no se siguiera la huella abierta por Bulnes y Montt?" (Correa Vergara, 11, 91). La respuesta a esta pregunta se encuentra en la obra de Jefferson (32), quien ¡o atribuye a la oposición del clero católico, que veía con poco agrado el éxito de las colonias protestantes ("The notion of Protestant inmigration, especially in compact bodies, was naturally disasteful to the influential Catholic clergy of Chile").

Estimo, sin embargo, que también han intervenido otras razones de que no se haya proseguido la obra de Bulnes y Montt. Mientras estos estadistas estuvieron al frente de los destinos de Chile, las leyes promulgadas por ellos fueron severamente aplicadas; pero posteriormente se encontraron los medios para burlarlas, valiéndose los interesados de toda clase de subterfugios, los más de las veces tinterillescos.
152

Fue así que la colonización del sur del país se abandonó completamente, porque el Gobierno consideraba agotadas las reservas de terrenos fiscales apropiadas para la colonización, cuando en realidad aun quedaban terrenos fiscales inexplotados que se habrían prestado admirablemente para este fin. Debe considerarse como una desgracia nacional el que los gobiernos de aquella época no hayan sabido aprovechar la oportunidad de los últimos decenios del siglo pasado, para atraer al país una corriente de inmigración europea en vasta escala.

La actividad colonizadora realizada por los gobiernos posteriores, que no han tenido un concepto claro del problema o que han sido inspirados por intereses creados, constituyen un fracaso innegable, El estudio de las leyes de colonización de aquella época deja la impresión de que los legisladores y los gobiernos no siempre tuvieron un concepto claro de la magnitud de los intereses públicos afectados, ni de las necesidades del momento.

La actividad colonizadora del Estado se ha limitado, desde aquel entonces, a hacer grandes concesiones de terrenos fiscales a particulares, procediendo sin mayores antecedentes, sin mayor estudio, sin un definido y tal vez con el único propósito de allegar recursos al Fisco. El Gobierno ha seguido una verdadera política comercial de arrendamientos, de concesiones y de ventas. Esta política ha estado sometida a pautas contradictorias, que han dado por resultado el aprovechamiento gratuito de las tierras fiscales por los particulares y ni siquiera con un fin de explotación, sino simplemente especulativo.

Lo que en un principio fué una ley de colonización de terrenos fiscales, fué transformado en una agencia para especulaciones gigantescas. Las sociedades que se han formado para pedir grandes concesiones de terrenos fiscales, casi todas han procedido en forma fraudulenta y no cumplieron sus obligaciones para con el Fisco, que generalmente consistían en radicar cierto número de colonos, pidiendo, en cambio, prórrogas y modificaciones de los contratos. Mediante estas concesiones, en lugar de procurar el adelanto de una región, como era el deseo del Gobierno, al otorgarlas, se ha propiciado la formación de grandes latifundios, produciendo la estagnación de las regiones respectivas. Algunas de estas concesiones todavía permanecen prácticamente sin habitantes y aparecen como grandes islas desprovistas de población. Así, por ejemplo, los terrenos de la Concesión Rupanco, (153) pertenecientes a la Sociedad Nuble y Rupanco, que colindan con los terrenos densamente poblados del Lago Llanquihue.

Desde 1901 hasta 1905 (administración Riesco), se han otorgado 46 grandes concesiones con un total de 4,7 millones de hectáreas, que prácticamente no han producido nada para la economía nacional. Los concesionarios, que se habían obligado a introducir 1.300 familias de colonos europeos al país, sólo habían radicado 400 familias hasta 1915. Las principales concesiones hechas en aquella época figuran en las páginas 118-119. Debe irse a la más estricta revisión de todas las concesiones de tierras fiscales otorgadas y a la expropiación de las que no hayan cumplido con las cláusulas de otorgamiento.

Naturalmente, la enajenación de reservas fiscales no debió haberse hecho con fines especulativos, lo que obligó al Gobierno a no otorgar más concesiones de terrenos fiscales, sino en* casos muy limitados y solamente a personas que ofrecían—a juicio del Gobierno otorgante—las garantías suficientes de hacer producir esos terrenos.

Haciendo un balance general de los terrenos, que el Fisco había entregado hasta esa fecha para la radicación de indígenas, la colonización nacional y extranjera, y los remates y concesiones de terrenos fiscales, puede afirmarse que el Estado se había desprendido de 6 a 7 millones de hectáreas de terrenos fiscales. Volveré sobre este punto al finalizar el capítulo.

7ª Errores de la Caja de Colonización Agrícola (1928-1938)

La falta absoluta de una política colonizadora durante la sexta etapa fué sumamente perjudicial al desarrollo de la economía nacional chilena. Hace medio siglo, cuando las poblaciones de Chile y de la República Argentina eran numéricamente iguales, Chile ocupaba un lugar predominante en la economía de las naciones sudamericanas. Mientras que la población chilena y la economía nacional chilena permanecieron casi estacionarias, la población de la República Argentina aumentó tan rápidamente, gracias a la política inmigratoria del Gobierno argentino, que ha llegado a tener la cifra de 12 millones de habitantes en el último censo, que la han llevado a una aplastante superioridad económica en el continente sudamericano.

Así tuvo que nacer en Chile la convicción de la necesidad de reanudar cuanto antes las actividades colonizadoras del país. El gobierno de Ibáñez, (154) que reconoció la gran trascendencia de la colonización, dictó la ley de colonización del 10 de diciembre de 1928, que, aunque merece muchas objeciones, habría podido provocar una alteración substancial de la estructura agraria del país, siempre que su aplicación hubiera sido llevada a cabo con el criterio conveniente y con la energía suficiente para subdividir las grandes haciendas.